viernes, 17 de julio de 2009

Todo el día viendo el bosque, que no, no nos deja ver el árbol. Y el árbol está ahí, lo ha estado siempre. Y hay tantos árboles Mario… Aquí, inter nos, tengo el vello de punta. Qué grande es esto de aprender a querer… Me acuerdo cuando me pensaba lo que era amar, qué equivocación. Que no son los besos, Mario, que a las personas que más quiero son a las que menos beso. Me falta corazón para eso, Mario, me falta. No te los creas, que no se han inventado gestos en el mundo aún; nunca los habrá. Una vez amé a pesar de todo… ¿te acuerdas? Nunca me he sentido tan pequeña. Y mírame ahora, todo esto es tan grande que la lucidez parece se respira en el aire, Mario, se me llena los pulmones de todo esto a bocajarro, y piensa que hay gente que no se da cuenta, que no les pasará nunca… ¿qué sentido tiene no sentirte lleno ni una sola vez? ¿Qué sentirá la gente que no vea lo que yo veo ahora cuando mire Mario? ¿Y si no lo ven nunca? O no respiro o rompo a llorar, pero no, no es poesía; es sentimiento, que no me cabe.

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